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Disciplina

(UNIOESTE - 2012)Hijo de ladrnManuel Rojas [...] N

(UNIOESTE - 2012) 

Hijo de ladrón

Manuel Rojas

          [...] No oí, durante mucho rato, voces ni tampoco los ruidos tan familiares ya, que a esa hora venían siempre de la cocina o del depósito de herramientas. El viento había cesado, y el recuerdo de su rápido rezongo, que oí mientras iba quedándome dormido, contrastaba con el silencio que hallaba ahora, al despertar.
          Estaba acostumbrado al viento, pero le temía siempre, sobre todo de noche, cuando no lo veía, ya que de día además de sentirlo, creía verlo, y en realidad lo veía: veía como todo se doblegaba bajo su peso y como las personas se empequeñecían al avanzar en su contra, sin que supiera si era él quien las disminuía o si eran ellas las que, al hurtarle el cuerpo, reducían sus proporciones. Las zamarreaba con violencia y parecía querer arrebatarles el sombrero, el poncho, los pantalones y hasta los cigarrillos, los fósforos o los papeles que llevaban en sus chaquetas. Cuando de improviso retiraba sus manos de sobre ellas, debían hacer esfuerzos para no irse de bruces, y si marchaban a su favor, con el viento en popa, como quien dice, sufrían de pronto accesos de risa [...]
          Ahora se me ocurre que en aquel tiempo vivíamos allí, en relación con el viento, como en compañía de un león, al que estuviéramos acostumbrados a ver, pero al que temíamos siempre, de día y de noche, sobre todo de noche, cuando, en la obscuridad, no se le podía ver y él no podía ver a nadie y rondaba alrededor de las carpas y de las tres o cuatro casas que allí había, tanteando las puertas, empujando las ventanas, rezongando en las rendijas y aullando en las chimeneas y pasillos. Las carpas recibían de pronto latigazos que las envolvían y las dejaban tiritando como perros mojados […]
          Tal vez, pensé después de un momento y luego que mis oídos hicieron lo posible y lo imposible por percibir algún ruido, sea aún demasiado temprano, las cinco o las seis, es decir, falta todavía una hora o más para que despierten las voces, los ruidos y los pasos [...]

Fragmento: ROJAS, Manuel. Hijo de ladrón. Santiago de Chile, Zig-Zag, pp.153-156. 1980.

En “[...] falta todavía una hora o más para que despierten las voces [...]”, cuarto párrafo, el término destacado podría sustituirse por 

A

mientras.

B

al menos.

C

mismo.

D

hasta.

E

aún.